Artículo McKinsey. Hacia la sostenibilidad: algunas ideas para la industria automovilística española
En España hay casi 25 millones de coches en circulación y su sector emplea a unas dos millones de personas. Y en este país se valora el medioambiente. A finales del 2020, el 83% de los españoles encuestados consideraba el cambio climático como una grave amenaza. En toda Europa, el transporte es el causante del 28% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por ello, es urgente enfocar cómo la industria del automóvil puede contribuir a alcanzar el objetivo establecido por la Unión Europea de llegar a cero emisiones netas para el 2050.
Para ponernos en contexto: los estudios de McKinsey muestran que es factible confeccionar una rápida descarbonización sin coste neto para la sociedad; además un 60% puede conseguirse mediante tecnologías ya existentes. Evidentemente, no será una tarea fácil: por ejemplo, para el 2050, Europa deberá haber pasado del 75% de combustibles fósiles empleado actualmente a un 80% proveniente de energías renovables. Por otro lado, «sin coste neto» no significa que no vaya a existir ningún coste, sino que lo ahorrado (por ejemplo, en los gastos operacionales) compensaría lo gastado en forma de inversiones de capital.
En un reciente webinar sobre sostenibilidad y creación de valor organizado por McKinsey, muchos líderes europeos de la industria reflexionaron acerca de este tema. Estas son algunas de las ideas que surgieron que creo pueden ayudar a la industria automovilística española:
No demorarse. Aunque las emisiones de carbono no tengan un precio fijo (bien en forma de impuestos, bien de requisitos de derechos de emisión), tanto las compañías como los consumidores pagarán por ello de una manera u otra conforme se vayan endureciendo las restricciones relativas a las emisiones. Aquellas compañías que consigan una transición ágil no evitarán solamente las consecuencias que puede tener un cambio abrupto (y probablemente, costoso) sino que también podrán beneficiarse al incrementar su competitividad y capacidad de respuesta al consumidor. Además, aunque los consumidores están lógicamente preocupados por si los productos sostenibles costarán más, existe un incremento en la demanda de soluciones más ecológicas, incluso en industrias pesadas como la del metal o la de la energía. Uno de los asistentes comentó lo siguiente: «Creemos que la sostenibilidad es un diferenciador clave en la creación de valor. Si analizamos el mercado, se ve claramente que esto es lo que quiere el consumidor».
Reinventar el modelo de negocio. A día de hoy, son cuatro las tendencias que se están abriendo paso en la economía mundial: la globalización, la descarbonización, la electrificación y la digitalización. La combinación de todas ellas está provocando cambios en las normas del mercado. En otras palabras, creemos que el sector del transporte está a punto de entrar en un segundo punto de inflexión. El primero fue la transición del caballo al coche; el segundo estará caracterizado por un mayor número de vehículos eléctricos, una mayor autonomía y conexión con la tecnología y unas carreteras y servicios más inteligentes. Con toda probabilidad, esto alterará los modelos de negocio actuales y, además, con bastante rapidez. En 2019, McKinsey calculó que la mitad de los ingresos de la industria del transporte podría sufrir una disrupción para el 2030.
En ese caso, la industria automovilística deberá definir cuáles son sus valores y sus costes y diseñar una estrategia sobre esas bases. Por ejemplo, ¿es posible que los fabricantes del automóvil consideren soluciones de movilidad (el transporte de personas y bienes del punto A al punto B) que vayan más allá del simple hecho de construir coches? ¿Existe la posibilidad de un modelo de negocio basado en suscripción o servicio de transporte por hora con posibilidades de éxito? Pensar en estos términos no sólo ayuda a los consumidores: también puede dar pie a nuevas oportunidades para obtener beneficios. Asimismo, reconsiderar el modelo de negocio también se aplica a las fusiones y adquisiciones y a la inversión de capital: una estrategia sostenible podría requerir colaboraciones con nuevos tipos de entidades, como proveedores de Big Data y otros distribuidores que ya hayan implementado la sostenibilidad en su compañía.
Integrar la sostenibilidad en la estrategia. Comprometerse a avanzar con determinación hacia la sostenibilidad debe venir desde arriba; sin embargo, su implementación requiere la colaboración de toda la compañía. Por ello, es de gran importancia fijar objetivos ambiciosos pero realistas, objetivos que la directiva actual de la empresa pueda asumir. Es muy fácil olvidarse de un objetivo para el que aún queda una década; por esta razón, puede ser de más utilidad fijarse objetivos para dentro de 5 o 10 años y hacer a los directivos responsables de su ejecución. Por ejemplo, una compañía metalúrgica quiere que, cada década, su huella de carbono se reduzca a la mitad. Este objetivo define las decisiones tomadas en lo relativo a las operaciones, a la asignación de capital y a la estrategia de mercado. Todos sus directivos saben que la sostenibilidad es un valor clave de su estrategia corporativa y, además, su propia responsabilidad. Su CEO apuntó: «Se trata de hacer lo correcto de forma correcta».
En el sector industrial, cada vez más compañías se han comprometido de manera voluntaria a fijar objetivos en materia de emisiones basados en investigaciones científicas. En resumidas cuentas, entre la evolución comercial y las presiones regulatorias, se está creando el impulso definitivo. Según otro CEO del sector industrial, «sea cual sea el tipo de industria, más pronto o más tarde llegará un punto en el que la sostenibilidad será lo normal y, si no te has actualizado como compañía, perderás toda relevancia.»